En nuestro último blog, "De un proyecto paralelo a una innovación a tiempo completo", exploramos cómo SCHIENE comenzó a crecer en Europa. En esta última entrega de nuestra serie "Celebrando los 50 años de SCHIENE", veremos más de cerca cómo este simple perfil, ya habitual en la industria europea de la baldosa, cruzó el Atlántico. A finales de la década de 1980, SCHIENE se había ganado una sólida reputación en toda Europa. El siguiente capítulo de su historia estaba a punto de comenzar y cambiaría las reglas del juego para los profesionales de la baldosa en América del Norte.
La expansión de SCHIENE en América del Norte no comenzó como una gran iniciativa corporativa, sino como una discreta presentación. En 1985, un instalador de baldosas alemán residente en Montreal (Canadá) presentó el perfil SCHIENE a un distribuidor local llamado Reinhard Plank.
Al comienzo, Plank tenía sus dudas. ¿Existía realmente un mercado para este perfil metálico desconocido en América del Norte? La curiosidad lo llevó a importar una pequeña cantidad de perfiles SCHIENE y la respuesta fue prometedora. Los instaladores reconocieron rápidamente el valor del acabado prolijo y la protección de los cantos que ofrecía el producto.
Ese modesto comienzo sembró la semilla de algo mucho más grande.
Alentado por el creciente interés, Schluter tomó una decisión estratégica. En 1989, la empresa inauguró Schluter Systems LP en Plattsburgh, Nueva York, una medida que marcó su compromiso con el crecimiento a largo plazo en América del Norte.
Las instalaciones de Plattsburgh cumplían un doble propósito. Permitían a Schluter fabricar y distribuir perfiles de manera más eficiente dentro de la región y, al mismo tiempo, proporcionaban una presencia física que generaba confianza entre los clientes estadounidenses y canadienses.
Este hito no solo fue una cuestión logística, sino que marcó un punto de inflexión en la forma en que SCHIENE sería adoptado, aplicado y valorado en un mercado completamente nuevo.
Con la producción en marcha en Plattsburgh, Schluter pudo satisfacer la creciente demanda tanto de Estados Unidos como de Canadá. SCHIENE ya no era un producto importado, sino una solución disponible a nivel local.
Este cambio permitió reducir los plazos de entrega, mejorar la disponibilidad y reforzar la presencia en las redes de distribución. Y, lo que es más importante, simplificó a los instaladores el acceso al perfil que se estaba convirtiendo rápidamente en una parte esencial de su kit de herramientas.
A medida que crecía el interés, también lo hacía la línea de productos SCHIENE. Los perfiles comenzaron a aparecer en una amplia gama de acabados y materiales, incluido el acero inoxidable, que ofrecían una mayor durabilidad y más posibilidades estéticas.
Los arquitectos y diseñadores norteamericanos acogieron con satisfacción estas opciones, encontrando formas de integrar SCHIENE tanto en instalaciones tradicionales como contemporáneas. Desde baños residenciales hasta espacios comerciales de mucho tránsito, SCHIENE demostró su versatilidad y valor.
El crecimiento no solo se basaba en la disponibilidad de los productos, sino también en el conocimiento. Reconociendo que el éxito en un nuevo mercado requería algo más que el suministro, en la década de 1990, Schluter comenzó a ofrecer educación y capacitación práctica sobre los productos.
Se diseñaron talleres y seminarios para ayudar a los profesionales del sector de la baldosa a comprender los beneficios de los perfiles como SCHIENE y a instalarlos de manera eficaz. Esta inversión en capacitación ayudó a garantizar que los instaladores se sintieran seguros al recomendar y utilizar el producto, lo que a menudo se traduce en mejores resultados y menos reclamaciones.
A través de una capacitación y un apoyo constantes, Schluter cultivó una red cada vez mayor de profesionales que confiaban en la marca y le eran leales. SCHIENE no solo era visto como un producto, sino como un símbolo de maestría, precisión y rendimiento duradero.
A finales de la década, el perfil SCHIENE se había consolidado como un elemento básico en las instalaciones de baldosas de alta gama en toda América del Norte. Y la empresa que lo fabricaba se había hecho famosa por algo más que sus cajas naranjas: se había ganado una reputación por elevar el nivel de los estándares de instalación de baldosas.
Aunque América del Norte era un mercado clave, Schluter no se quedó ahí. La década de 1990 también estuvo marcada por la expansión internacional en toda Europa.
Tras la inauguración de la filial canadiense en 1991, se inauguró una filial española en Onda, Castellón. Dos años más tarde, se inauguraron filiales en Coalville (Reino Unido) y Villeneuve-sur-Verberie (Francia).
En 1995, la empresa ya había ampliado su presencia a Italia, con una filial en Fiorano Modenese.
Esta red de oficinas de apoyo local y plantas de producción ayudó a Schluter a pasar de ser un innovador regional a convertirse en un referente mundial en sistemas de instalación de baldosas.
A finales de la década de 1990, SCHIENE estaba firmemente establecida en toda América del Norte y en otros países. Más que un simple perfil, era un símbolo de una instalación bien pensada, donde la funcionalidad se funde con el acabado y la innovación se funde con la experiencia.
Con una presencia consolidada en América del Norte, capacitación localizada y operaciones globales en crecimiento, Schluter sentó las bases para la próxima ola de innovaciones que llevarían a SCHIENE al siglo XXI.
Síganos en la próxima entrega, en la que exploraremos los primeros años de la década de 2000, cuando las herramientas digitales, los nuevos materiales y las tendencias de diseño en constante evolución impulsaron el perfil SCHIENE hacia una nueva era de relevancia e innovación. Mientras tanto, no deje de visitar nuestra página 50 años de SCHIENE para conocer todo sobre el producto que dio inicio a una leyenda.